Cada niño nace con una
llama preciosa dentro de sí. Una llama interior de asombro, y el potencial para
comenzar. Esta llama ilumina el camino que se extiende por delante de él,
encendiendo la curiosidad, y reavivando la pasión.
Los maestros estarán protegiendo esas llamas a cualquier precio. Junto con el cuidado de la familia, son los maestros quienes permanecen al lado de cada alumno, tanto en las alegrías de la vida como en las tristezas. Estos guardianes de la llama, pueden ayudar y guiar, porque ellos comparten la llama del aprendizaje que arde en el interior. Estos maestros conocen el corazón del niño. Ellos valoran cada tipo de inteligencia. Los maestros ayudan a cada niño a llegar lo más alto, lo más lejos posible, a lo largo del tiempo. Y a adueñarse de los retos a lo largo de su gestión, para aprender y llevar a cabo lo que pueden hacer mejor
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